Cuando escuchamos la palabra "filosofía", casi de modo automático pensamos en una serie de largas
explicaciones y de tratados imponentes. Pero hay otra manera de hacer filosofía: el
aforismo, el arte del fragmento. Un aforismo es un enunciado que propone un principio de forma clara, concisa y definitiva. Es un relámpago de lucidez que demanda ser interpretado. Como explica el profesor José María Fouce Fernández en su web WEBDIANOIA:
Una sentencia breve, por lo general, no razonada o justificada, que posee un
contenido más profundo de lo que parece a primera vista (a veces,
incluso, distinto a lo que en una lectura ingenua parece querer decir,
ya que se prefiere sugerir e insinuar, a declarar abierta y
razonadamente lo que se quiere decir).
De este modo, cuando utilizamos el aforismo en filosofía, el objetivo es "hacer reflexionar al lector
a través de una o algunas frases breves, un condensado de pensamiento
que trata de capturar en pocas palabras una problemática fuerte, bajo
una forma impactante" (Óscar Brenifier).
Así, os propongo un aforismo, "el aforismo del día", para que lo utilicéis como punto de apoyo, disparadero, excusa o punto de partida para dedicar unos minutos a una reflexión serena y honesta que, no tengáis la menor duda, os ayudará a conoceros y comprender un poco mejor a vosotros mismos y al mundo en que vivimos. O al menos eso espero.
Hacer una pregunta, es asumir el riesgo de conocer la
verdad. Dar respuesta a una pregunta es aceptar el riesgo de escuchar una mentira.