lunes, 11 de abril de 2011

Dando la "campañada"

Uno, que es muy toca... vamos, muy remirado para según qué cosas, ante la inmediatez del comienzo de la campaña electoral y temiéndose los derroteros que la susodicha iba a tomar, se va al diccionario de la RAE, y se encuentra con que por campaña debemos entender el período de tiempo en el que se realizan diversas actividades encaminadas a un fin.
La pregunta resulta inevitable: ¿y cuál es el fin de toda campaña electoral? ¿Destruir al rival? ¿Ponerlo en evidencia? ¿Hacer justicia? ¿Proponer soluciones?...
Me parece a mí que en este país las campañas electorales tienen como único fin sumar votos, y para ello la campaña se convierte en un medio en el que "todo vale". Centrádose en la crítica al partido "rival", creo dejar claro que el mío lo haría mejor. Pero lo único que dejo claro es que todo lo que sé hacer se reduce a hablar mal del de enfrente...
Si algún partido político solicitase mis servicios como filósofo asesor, lo que exigiría de él sería una clarificación acerca de los fines, seguida de un análisis de medios para alcanzarlos y un examen serio del ideario del partido... Desde ahí podría planificarse una campaña electoral seria y coherente. Claro que a los partidos lo que menos les suele interesar es la seriedad y la coherencia en campaña: "¡lo importante es gobernar con seriedad y coherencia!", aunque se haya ganado esa posibilidad a golpe de Y TÚ MÁS. Y digo yo: ¿por qué tengo que suponer que esa seriedad y coherencia que no caracteriza a la campaña vaya a caracterizar al gobierno? ¿qué pasa? ¿que viene con el cargo?...
En serio. Que alguien cree un partido y se lance a la campaña únicamente proponiendo "sus" propuestas, argumentando su validez, no porque las del otro sean peores, sino fundamentando el valor de las propias, dejando que se despellejen aquellos que sólo son capaces de sentirse activos en política gracias a que se despellejan... Yo me comprometo a votar a tal partido.
Vamos, todo esto lo pienso yo, pero yo soy muy raro...