miércoles, 7 de noviembre de 2012

El TC sabe leer


Juro que a veces me siento más listo que nuestros gobernantes y que muchos de nuestros jueces. Por supuesto, también más inteligente que los opinadores que en las diversas tertulias que adornan nuestros medios de comunicación vomitan sus pseudoconocimientos. Evidentemente, en el caso de los gobernantes, mi sentimiento no hace más que confirmar la realidad (perdonen la falta de modestia, pero es que tras los recortes el sueldo no me llega para comprar eso). Si es con respecto a los jueces, qué quieren que les diga… no hay más que ver las “sandencias” (debería decir sentencias, pero entre sentencias y sandeces…) que a veces evacúan los susodichos individuos. Y lo de los tertulianos, es posible que ellos sepan de todo. Pero lo que nunca les he oído hacer es reconocer su ignorancia sobre alguna cuestión. Por tanto, y tomando como modelo a Sócrates, yo, que sé que hay muchas cosas que no sé, sé más que ellos. Porque mi no saber me permite aprender. Ellos, como ya lo saben todo, ya no tienen (creen) que aprender nada más…
Viene todo esto a cuento de la resolución del Tribunal Constitucional sobre el recurso de inconstitucionalidad que hace ¡siete años! interpusiera el partido que hoy nos gobierna contra la reforma del código civil que permite la celebración de matrimonio entre personas del mismo sexo. Y es que, aunque hay mucho que desconozco, lo que de momento sé hacer es leer. Así, en su Artículo 32, la Constitución Española establece:
1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.
2. La ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos.
 
Ahora, miren la interpretación que hacen los que mantienen la inconstitucionalidad de tal reforma. Ellos ven lo siguiente en el Artículo 32:
 
1. El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio entre sí con plena igualdad jurídica, siendo ésta la única forma posible de matrimonio.
2. La ley regulará, respecto del matrimonio: la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos.
 
Como pueden ver, ven cosas donde no las hay, dado que la única formulación que aparece en la Constitución es la expuesta en primer lugar.
Pero hay más. Aún en el caso de que quisiéramos ser tiquismiquis y negar ese derecho a los/as individuos/as, y entendiéramos que en el punto 1 del A32, habla de hombre y mujer, no de hombre y hombre, o mujer y mujer, yo diría: pues sí, exacto. No menciona los matrimonios homosexuales. Ni para permitirlos, ni para prohibirlos. Sólo queda claro que será la ley (que desarrolla el Parlamento) la que deberá establecer “las formas de matrimonio”, no “la forma”, con lo cual parece que la constitución reconoce distintos “modelos” matrimoniales.
Pero más allá del ajustarse o no a la letra de la Constitución, más allá de intenta buscar cosas donde no las hay, o de negarse a verlas donde las hay, creo que algo está claro. Nuestra constitución fue redactada hace 34 años, en un país que salía de 40 años de algo que ni voy a calificar, para una sociedad que vivía con miedo la etapa que se iniciaba,… Uno no es muy mayor, pero afortunadamente ha tenido la ocasión de comprobar cómo esta sociedad se ha modernizado, ha avanzado (o al menos se ha movido). Y la ley, sea cual sea, es una creación humana al servicio de la sociedad. No al revés. La ley debe adaptarse a la evolución social, y no debe ser el cambio social el que se frene para adaptarse a leyes que ya no tienen sentido porque hablan de cosas que ya no se dan en el grupo social para el cual fueron concebidas. Si socialmente el concepto de matrimonio ha evolucionado, la ley debe recoger esa evolución.
Y, por último, y más importante, se trata de que nuestra constitución reconoce el DERECHOA LA IGUALDAD que TODOS los ciudadanos tenemos. Ya sé que hay quien considera que la homosexualidad es una tara, una enfermedad, un defecto, una desviación,... Pues bien. Yo, que sé que hay muchas cosas que no sé, sí sé una cosa: los únicos tarados, enfermos, defectuosos, desviados,… que hay en la humanidad son aquellos que incapaces de reconocer a quienes forman parte de ella (la humanidad) los derechos que reclaman a voz en grito y con golpes de pecho para sí mismos. Hablan del derecho natural, siendo derecho y natural palabras con sentidos antónimos. Pero aún así, ¿es que hay algo más natural que el hecho de que todos los miembros de la misma especie sean iguales?