miércoles, 23 de mayo de 2012

¿Pero este imbécil de qué va?

Ya me gustaría a mí escribir sobre asuntos de más calado filosófico-existencial, pero la panda que dirige nuestro amiguito Mariano Rajoy no da tregua. Cuando no sueltan una burrada, hacen una estupidez; y cuando no es alguna de esas dos, sale alguna de las go-gos a decir alguna tontería o, lo que es peor, alguna mentira descomunal. Pero lo que ya es el colmo de la desfachatez es lo del ministro de educación, Wert (no le pongo el señor delante, porque eso hay que merecerlo, y éste no es un señor ni en el más utópico de los mundos). ¿Cómo se puede ser tan impresentable? Está claro que este tipejo no tiene ni la más remota idea de lo que se trae entre manos. Claro que aun siendo él como es, no es el único responsable-culpable de esto. Porque no me cabe en la cabeza que nadie pueda decir lo que éste dice. Pero menos me cabe que, después de oirlo, su jefe, Marianito el..., no lo destituya-cese-dimita, incluso lo eche de casa con una buena patada en el culo y adiós muy buenas. Yo no soy votante del PP (viendo esto, afortunadamente), pero si lo fuera, estaría arrepentido-avergonzado-deprimido.

(Por cierto, perdón por el tono, pero es que no he podido..., vamos que no he podido)

martes, 22 de mayo de 2012

En defensa de la escuela pública

Todos defenderíamos a capa y espada "lo nuestro". Pues por eso mismo, tenemos la obligación moral de defender lo público, porque aunque muchos creen que no es de nadie y por eso no hay que velar por ello, lo público es de todos. Y en nuestras manos está luchar por su valor y dignidad, aunque para ello no contemos con el apoyo de quienes deberían ser los primeros en ocuparse de ella.

domingo, 20 de mayo de 2012

Carta a mis ministros preferidos

Sres. Montoro y De Guindos:

No está en mi ánimo el poner en duda sus capacidades para sacar a este país y a sus paisanos de la crisis en la que estamos hundidos hasta las cejas. Pero, sinceramente, tal vez ustedes, como expertos en la materia que dicen que son y que se les supone que son, podrían intentar buscar otras vías para reducir el déficit, supuesto que sea este el camino para salir de esta situación. Porque para "parir" las medidas que ustedes proponen, no hace falta ser un portento de la economía. Vamos, que para eso valgo yo. Por si acaso me leen, les propongo mi plan:

1. De sanidad gratuita para todo el mundo, nada. El que quiera estar sano, que se lo pague, que también la gente se paga el gimnasio para estar aparentes.
2. De educación pública gratuita, nada de nada. ¿Para qué quiere la gente saber leer? Que se dediquen a trabajar y dejen la literatura para los intelectuales.
3. Televisión pública, ni de coña. Si quieren información plural, que vean Intereconomía Televisión, o Popular TV o algo por el estilo, que ahí les explicarán perfectamente por qué estamos en las condiciones en que estamos.
4. El subsidio de desempleo, fuera, que si no trabajan, no gastan calorías y no necesitan comer.
5. Dividimos el país en parcelitas y se las vendemos a la Unión Europea para que los distintos países que la mangonean, perdón, que la lideran, puedan construir aquí sus chalecitos para sus jubilados, que así no tienen que pasar esos fríos pelones en invierno...

Se me podrían ocurrir muchas más, pero ya ustedes captan la idea, supongo. No he realizado el cálculo de lo que nos ahorraríamos e ingresaríamos, pero creo que así podríamos cancelar nuestra deuda, la de Grecia y alguna más (las suyas, si las tienen, ya las estamos amortizando los españolitos).
Claro que me queda el problema del crecimiento económico, pero ese se lo dejo enteramente a ustedes, que para eso son los listos. Aunque yo les planteo una cuestioncilla intrascendente: ¿ustedes invertirían en un negocio del que supieran que no tiene previsto invertir en su crecimiento nada de nada en los próximos años? NO, ¿verdad? Pues probablemente eso mismo hagan los inversores extranjeros con nuestro país, a la vista de los Presupuestos Generales del Estado. De ahí que aumente la prima esa de riesgo (sí, ya sé que al comienzo de su estancia en el gobierno, la prima bajó, pero casualmente coincidió esa bajada con la puesta a disposición de la banca por parte del BCE de millones de euros a esgalla para que las entidades hicieran fluir el crédito y así dinamizar la economía; y todos sabemos que las entidades bancarias lo que hicieron fue "pillar" ese dinerito fresco al 1% de interés para con él, en vez de ofrecer crédito, comprar deuda soberana, haciendo bajar la prima. Cuando el dinero se acabó, la prima subió...).

Bueno, Sres. Montoro y De Guindos, espero que, a la lectura de ésta, se den cuenta de que no hablo en serio. Es que me temo lo peor de ustedes y dudo de sus capacidades, incluido el sentido del humor. ES BROMA, ¿EH? NO SE VAYAN A FIAR DE MI, POBRE IGNORANTE. DE VERDAD QUE ES BROMA, SEÑORES MINISTROS. NO HABLO EN SERIO. ESTAS MEDIDAS NO SE PUEDEN TOMAR. DE VERDAD DE LA BUENA. PALABRITA DEL NIÑO JESÚS. AMÉN.

Pan y estampitas

Vamos a ver si algún responsable de la desfeita me puede explicar algo que últimamente me trae desconcertado.
Uno, en su infinita paciencia, podría llegar a entender, hipotéticamente hablando, que, dado que "non hai un peso" y el gasto en sanidad y educación es el que es, se hace preciso recurrir a los recortes en servicios a la ciudadanía con el objetivo de ahorrar. Bueno, si ellos lo dicen...
Pero claro, el problema surge cuando uno, en su cotidiana faena, se encuentra con asuntos nada claros y que le hacen pensar que no todo es como nos cuentan. O sí, pero... Me explico.
Resulta que se hace necesario aumentar el número de alumnos por aula, la tan traída y llevada ratio. Es preciso también aumentar la carga horaria de trabajo del profesorado (sin bajarles el sueldo, de lo que resulta que se trabaja más cobrando lo mismo... con lo que por hora se cobra menos, pero no supone una rebaja del salario... no lo entiendo). Ese aumento, junto con el de la ratio, supone que son necesarios menos profesores. Si hay pocos alumnos que soliciten cursar una modalidad determinada de bachillerato, ésta no será ofertada en los centros, con lo que obligan a esos alumnos a desplazarte a otros centros (si hay transporte, si pueden costearse el vivir fuera de casa, o lo que se tercie, y si no, que se j....). Pero todo esto, nos dice el ministro Wert, supone un aumento en la calidad de la educación pública...
Yo no sé si es que el ministro y compañía son muy listos y yo muy tonto, o no se saben explicar (esto es lo que ellos dicen) o qué narices ocurre... Pero a mí hay algo que no me "cuadra". O si no, que alguien me explique lo siguiente:

- La Xunta de Galicia, a través de la Consellería de Educación y Ordenación Universitaria, decide dotar a los centros educativos que participan del PROXECTO ABALAR (miniordenadores portátiles para los alumnos en el aula), con un servidor de Intranet (supongo que para mejorar el funcionamiento del programa, que "falta lle fai"). Para ello, recurren a El Corte Inglés. Lo normal cuando se trata de ahorrar. En vez de poner a alguno de esos miles de millones de funcionarios que, según nuestros dirigentes, se pasan el día tomando café y leyendo el periódico, a gestionar la compra directamente con el fabricante, no, mejor a través de esa empresa, que se caracteriza por hacer estas cosas gratis.
- La Consellería de Educación  y Ordenación Universitaria oferta determinados programas en determinados centros (Programas de Cualificación Profesional Inicial, Programas de Diversificación Curricular) con cargo al Fondo Social Europeo. El FSE, por supuesto, pretende controlar en qué se gasta el dinero que se envía para estos programas (no sea que se vaya todo en foulares para el conselleiro) y pide una uditoría a los centros en los que se imparten dichos programas. La Consellería se pone obediente manos a la obra... ¡y contrata los servicios de una empresa privada externa para realizar tal auditoría! Pero no se entiende, habiendo miles de millones de funcionarios que se pasan el día tomando café y leyendo el periódico. Pero, en fin... Y encima, la auditoría es de coña verbenera. LLega el manzanillo de la susodicha empresa al centro, le pide dos papeles que podrían haberle facilitado en la inspección educativa, sube a un aula, le pregunta a el/la profesor/a su nombre y qué grupo es el que está en el aula... ¡y comprueba en el horario de clases que efectivamente ese/a profesor/a tiene clase con ese grupo a esa hora en esa aula! De coña. ¿Y para esto hace falta un auditor externo? Claro que yo me imagino la escena. Sábado por la noche. Cena en casa de algún alto cargo. "Oye, que los del FSE nos piden auditar los centros con programas a su cargo. Joer, Paco, ¿por qué no te montas una empresita y te la encargamos a tí? Ya hablaremos del resto..." (ya todos nos imaginamos cuál es el resto)...

¿Y ESTO ES "RACIONALIZAR EL GASTO"? ¿Y PARA ESTO NOS PRIVAN DE SERVICIOS PÚBLICOS? ¿PARA QUE CUATRO AMIGOTES/AMIGUITOS SE PONGAN LAS BOTAS A COSTA DE LOS RECURSOS DE TODOS?

¡Vamos, anda! O sea que no tenemos para pan, pero compramos estampitas...

Una verdad "sucia"

No hay justicia. Bueno, al menos, eso es lo que piensa la mayoría de la ciudadanía. Y es que llevamos una temporada que vaya, vaya... Estoy por asegurar que no hay día en que los medios de comunicación no se hagan eco de algún caso que, a bote pronto, nos conduce a esa conclusión.
Y no es que yo quiera erigirme aquí en abogado defensor de nadie (nunca mejor dicho, hablando de este tema...), pero sí me gustaría que reflexionáramos un poco antes de emitir nuestra propia sentencia sobre el asunto de la justicia. Como siempre, no pretendo convencer a nadie de nada. Tan sólo aspiro a promover el cuestionamiento de nuestras propias opiniones (las de usted que me lee y las mías que escribo).
Según yo lo veo, en este tema (como en muchos otros, no crean) hay un error de base. Cuando ante una resolución judicial o una sentencia determinadas exclamamos aquellos de “¡No hay justicia!”, yo echo en falta la siguiente pregunta: ¿en verdad no hay justicia o es que no nos gusta la que hay?
Y es que solemos valorar estas cuestiones desde nuestro personal concepto de justicia. Y ocurre que éste, la más de las veces, no nos engañemos, está más cerca de la idea de venganza que de otra cosa. En el fondo, nos pone lo de ir quitando ojos y arrancando dientes... Esperamos que la justicia devuelva las cosas a su sitio, que repare el daño que algo o alguien haya podido causar. Pero, ¿es esto posible? Pongámonos en un caso extremo: un asesinato. ¿Puede la justicia de algún modo devolver la vida al asesinado? ¿Qué se puede hacer para reparar el desaguisado? A mi entender, no hay justicia humana (y no sé si divina) que pueda hacer esto.
En realidad, es verdad que no hay justicia. Pero es una verdad “sucia”. Y me explico.
Conviene, cuando hablamos de justicia, distinguir entre dos concepciones: la “judicialista” y la “trascendentalista”. Vamos, para entendernos, entre la justicia entendida desde el punto de vista de “lo legal” y la justicia entendida desde una perspectiva “moral”. O, lo que es lo mismo, la justicia concebida como poder judicial y la justicia concebida como la más importante de las virtudes, aquella que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. Hablaríamos así, de distinguir entre Justicia “Legal” y Justicia “Moral”. La primera se refiere al acuerdo con la ley establecida. La segunda, al acuerdo con un determinado código moral, o, en general, con lo que es “ético” y lo que no lo es.
Y así resulta que cuando reclamamos a los jueces que hagan valer la justicia, lo que en realidad les estamos exigiendo es que impartan justicia moral. Pero su función es la de garantizar el cumplimiento de la ley y sancionar los casos en que esa misma ley es vulnerada. Por eso digo que es una verdad sucia la negación de la existencia de la justicia, pero verdad al fin y al cabo. Porque aun siendo verdad que todos esperamos del poder judicial que castigue a los malos y premie a los buenos, lo cierto es que su tarea principal es hacer valer el peso de la ley (cosa distinta es si la ley es justa o no, pero ese es otro charco en el que no pienso meter hoy los pies ...)
A esto hay que sumar el hecho de que las normas legales han de ser interpretadas. No se puede aplicar la ley como si de una fórmula física o una receta de cocina se tratase. Y por ahí es por donde se puede abrir paso la injusticia. Porque la ley, por poner un ejemplo, puede considerar un agravante el ensañamiento (por ejemplo en caso de agresión), pero dependerá del que juzga el determinar si asestarle ciento veinte puñaladas a alguien es muestra de ensañamiento o no... Por eso distintos jueces pueden emitir dictámenes distintos sobre un mismo caso. Y ello contribuye no poco a que nos afirmemos en nuestra convicción de que no hay justicia.
Porque en el fondo, no nos engañemos, cuando hablamos de Justicia, así con mayúsculas, en su acepción moral, estamos alimentándonos del trasfondo judeo-cristiano de nuestra cultura y entendiendo por justicia la “divina disposición con que castiga o premia, según merece cada uno”, como bien señala el diccionario de la Real Academia Española. Y por ser divina, es infalible, no necesita ser justificada y mucho menos puede ser cuestionada o interpretada... Pero el conjunto del sistema judicial está construído en la idea, precisamente, de que es falible en la interpretación de la ley, por eso las sentencias judiciales deben fundamentarse (mostrar cómo está siendo interpretada la ley) y debe ser posible recurrirlas ante otra instancia judicial...
Así, pues, no es sencilla la cosa... No obstante, créanme, yo también tengo la sensación de que no hay justicia, pero albergo la esperanza de que cada vez se confundan más las versiones legal y moral de la justicia...
Publicado en Betanzos e a súa comarca. Mayo de 2012