miércoles, 22 de febrero de 2012

Lo que faltaba...

Políticos, jueces, advenedizos reales, empresarios, sindicalistas,... Y, ahora, lo que nos faltaba. Hasta la prensa patina.
Siguiendo la tónica habitual en determinados sectores del ¿periodismo? de este país, un diario de tirada nacional lanza acusaciones basándose en rumores, en el "parece ser que alguien dijo que", en el marujeo informativo, y todo con tal de desprestigiar a aquellos que no son "de los suyos"...
Tal vez quienes hacen circular esos rumores lo hacen porque, acostumbrados como posiblemente estén a moverse en un entorno educativo "de pago" y de confesión religiosa muy definida, vean normal ese tipo de actuación. Porque a nadie se le escapa que en ese tipo de centros se "invita" a alumnos, padres, profesorado,... etc a acudir a determinado tipo de concentraciones pro: pro-vida, pro-familia, pro-"libertad religiosa", pro-"el partido que me da ventajillas", pro... lo que sea.
En fin, lo dicho:
¡¡ LAPONIA, CADA DÍA TE SIENTO MÁS CERCA DE MÍ !!

Ética y Empresa

Sí. De acuerdo. “Ética” y “Empresa” en la misma frase, da como “arrepíos”. Sé que aparecerán puristas de la reflexión ética que pondrán el grito en el cielo (“¡Pero éste qué se cree! ¡Cómo se puede mezclar lo ético con el lucro y el beneficio económico!”). Y también sé que surgirán fundamentalistas defensores de la empresa que esbozarán una sonrisa ladeada a la vez que piensan: “¡pobriño, qué ingenuo!” Soy consciente de todo ello y asumo el riesgo, porque estoy firmemente convencido de que sólo el pensamiento que arriesga, el que se va al límite, puede llegar a conocer hasta dónde puede alcanzar sin precipitarse al vacío. Para saber hasta dónde me lleva un camino, no tengo más remedio que seguirlo.
La primera cuestión que nos surge es clara: ¿qué relación existe entre la ética y las empresas? Y, como siempre (es lo que tiene el pensar detenidamente un tema, que las cosas nunca resultan estar claras al ciento por ciento), podemos barajar varias respuestas.
Habrá quien opine que “el negocio es el negocio”, considerando que existe un enfrentamiento irreconciliable entre dos valores: la eficiencia característica del ámbito económico y la justicia propia del ámbito de la ética. Y es que en el fondo, lo que están pensando es que la única finalidad de los negocios es la obtención del máximo beneficio posible, y pretenden justificar conductas moralmente incorrectas mediante ese tópico de que el negocio es el negocio.
También estarán los que sostengan que la relación entre ética y negocio debe limitarse a unos mínimos que coinciden exactamente con lo que establece la legalidad vigente. Y a estos, les recordaría yo lo que una de las máximas figuras de la historia de la filosofía (Inmanuel Kant) ya nos advertía en el s. XVIII: que hay que distinguir las acciones contrarias al deber, de las acciones conforme al deber y de las acciones por deber. Lo verán mejor con un ejemplo. Si yo no pago mis impuestos, estoy actuando contra el deber. Si yo pago mis impuestos para evitar que me sancionen, estaré llevando a cabo una acción conforme al deber. Si lo que hago es pagar mis impuestos porque creo que es mi obligación y entiendo que es lo que debo hacer, sin pensar en lo que evito u obtengo con esa acción, lo que estoy haciendo es actuar por deber. Por tanto, limitar cualquier conducta a aquello que dicta la legalidad vigente sin intentar ir más allá aunque mi conciencia me dicte otra cosa, será siempre una conducta legal (conforme al deber), pero no ética (por deber).
Por último, estamos los que pensamos (¡vaya, ya me estoy descubriendo!) que es imposible separar ética y economía, que la actividad económica moralmente aceptable es la que se mantiene dentro de los límites de la atención a las necesidades, mientras que la que sólo busca el enriquecimiento es parasitaria y despreciable (tampoco piensen que soy yo en esto muy original, puesto que esto ya lo afirmaba Aristóteles hace 2500 años, y más recientemente el propio Adam Smith, padre del liberalismo económico). En esta convicción se instala la propia Comisión Europea, que ya desde el año 2002 viene promoviendo la Responsabilidad Social de las Empresas (RSE), según la cual las empresas deciden voluntariamente contribuir al logro de una sociedad mejor y un medio ambiente más limpio.
Admitiendo que puede existir esa relación entre ética y empresa, surge la siguiente cuestión: ¿y qué es una empresa ética? Pues podríamos decir que una empresa ética es aquella cuya actividad tiene en cuenta a todos los afectados por ella, es decir, consumidores, proveedores, empleados, directivos, técnicos, etc.
Sería ingenuo por mi parte pensar que nadie objetará que la ética en la empresa es sólo un maquillaje para ocultar otros intereses menos confesables. Evidentemente, así puede ser, pero también es verdad que buscar un nuevo modelo de empresa es una auténtica exigencia de nuestro tiempo. Y ese nuevo modelo de empresa viene implantándose lentamente en Europa desde hace ya algunos años. Un nuevo modelo en el que las empresas son agentes morales y, por tanto, responsables de las consecuencias de sus actos. Un nuevo modelo en el que la legitimación de la empresa pasa por no perder de vista que la finalidad última de su actividad es la satisfacción de necesidades humanas; en el que es necesario tener en cuenta los intereses de los consumidores, garantizando una participación efectiva de éstos. Un nuevo modelo en el que los miembros de la empresa son interlocutores válidos, cuyos derechos tienen que ser respetados, por lo que no caben las prácticas humillantes y la falta de respeto a cualquier empleado. Un nuevo modelo en el que éstos deben esforzarse en el cumplimiento de sus obligaciones y deben corresponsabilizarse por la marcha de la empresa a la que pertenecen.
En resumen, que ha llegado la hora de asumir en la empresa una ética de la responsabilidad y la cooperación que toma en serio la igual dignidad de las personas y el cuidado del medio ambiente. Esto es un signo de inteligencia de la humanidad, puesto que asegura su propio futuro y su calidad de vida.
Si la cultura empresarial de nuestro país hubiese ido por ese camino, tal vez nos hubiésemos ahorrado algún que otro ERE, alguna reforma laboral y muchos, muchos disgustos...

martes, 21 de febrero de 2012

Yo me iría...


De un país en el que caben cargas policiales contra los ciudadanos que se atreven a mostrar su disconformidad...
De un país en el que los mismos que tiran por la ventana miles de millones del erario público se permiten la desfachatez de luego pretender que estemos convencidos de que la única manera de recuperar el dinero por ellos malgastado es apretándonos el cinturón a los que previamente pusimos en sus manos ese dinero para que fuese bien administrado...
De un país en el que personalidades de cierta relevancia social, ya sea por sí mismos, ya sea por "advenimiento marital" pueden manejar dinero público en su propio beneficio de manera poco transparente...
En el que jueces que pretenden impartir justicia para dignificar la figura de aquellos que sufrieron injusticia pueden ser, a su vez, juzgados a instancias de manos poco claras, aunque se autoproclamen limpias...
De un país en el que la cultura empresarial brilla por su ausencia...
De un país en el que la cultura obrera se autodefine por su contraposición a la clase empresarial...
De un país en el que cabe una iglesia que pretende convertir el estado laico en un estado teocrático...
De un país en el que caben Camps, Urdangarines, Blancos, poderes judiciales omniscientes, E.R.E. sospechosos y "raritos", Morenos, Feitos, desfeitas varias...
En fin, de un país así  yo me iría... si pudiese, Sr. Feito, si pudiese, aunque fuera a Laponia...

Trapalleiros

Acabo de oír en las noticias que el Ministro del Interior culpa a elementos infiltrados de los problemillas con las manifestaciones de estudiantes en Valencia... Claro que el sr. Ministro se refiere a infiltrados radicales entre las filas de los manifestantes para violentamente provocar la carga policial... Bueno, tal vez tenga razón, pero las cosas parecen ser algo distintas...

Estafadores

Imagínese usted que desde hace 10 años está pagando religiosamente un seguro de vida a la compañía ICNEEOME...
Imagínese usted que cierto día sufre un accidente de circulación en el cual pierde la  vida, usted que ni conducía bajo los efectos del alcohol y además respetaba todas las normas de tráfico habidas, e incluso aquellas que algún día habrán de venir, pero una mancha de aceite en la carretera lo catapulta contra aquél fatídico árbol...
Imagínese que los beneficiarios (viuda, viudo, padres, hijos o espíritu santo...) de su seguro de vida reclaman a la compañía ICNEEOME que haga frente a la obligación contraída en la póliza del seguro...
Imagínese, por último, que la citada compañía responde a sus beneficiarios que no, que vaya morro pretender obtener un dinero sin hacer nada para merecerlo, que a ver qué van sus beneficiarios a hacer con ese dinero, no sea que lo malgasten o lo inviertan en vicios caros...
¿Qué pensarían ustedes de esa compañía? QUE SON UNOS ESTAFADORES.
Pues eso mismo, ni más ni menos, es lo que estos días anda proponiendo un tal José Luis Feito que se haga con la prestación por desempleo... Por eso mantengo que este señor y quien lo respalda son una panda de Estafadores, así con mayúscula.
Porque, puede que él no lo sepa (si lo sabe, aún peor), pero a mí, a usted, y a todo el que percibe un salario por cuenta ajena (seguro que no es su caso, así nada tiene que declarar a la Hacienda pública, pero ese es otro tema...), digo que a todo el que percibe un salario, le descuentan una cantida mensual en concepto de cuota obrera o similar, es decir, una una cantidad de dinero que se ha ido descontando de la nómina del trabajador para que este pueda disponer de ella cuando se quede sin empleo.
Y es que este individuo mantiene que si un parado que esté cobrando la prestación por desempleo (que previamente él pagó, el parado, no el Sr. Feito) y le ofrecen un puesto de trabajo, debe aceptarlo quiera o no o, de lo contrario, debería retirársele el cobro de esa prestación, aunque ese trabajo sea en Laponia...
A lo mejor a quien deberían enviar al paro es a este elemento. Y, una vez allí, ofrecerle un puesto de trabajo en Laponia cobrando 700 u 800 €...
Pero es que, no contento con la perla anterior, reincide (buena verdad es que este hombre es el único animal, que tropieza dos veces con la misma piedra...) afirmando que, ya no Laponia, que "es un sitio muy bonito que, por cierto, tiene una serie de trabajos intensos, de temporada y están muy bien remunerados", sino que la gente tiene reticencias, incluso, a aceptar puestos de trabajo en barrios distintos del suyo (no el del Sr. Feito).
Es evidente que este individuo no sabe lo que es estar en el paro y sin recursos, y sin embargo ¡es el Presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE!
Pues así nos va...

Indignos

Sí. Porque indignos son aquellos que anteponen la "obediencia debida" al propio criterio ético. Como indignos fueron aquellos soldados de las S.S. nazis que masacraban judíos, gitanos, homosexuales y demás por obediencia debida a su superior...
Por supuesto, hablo de las cargas policiales contra el "enemigo" (en palabras de Antonio Moreno, jefe superiro de Policía) en Valencia.
Y es que hay que entender que los pobres policías, tan sólo armados con una porra y protegidos con un simple casco, un mero peto, y un sencillo escudo (si no algo más), al enfrentarse al enemigo, a su vez armado con... estooo... ¿libros?, deba emplearse con ansia y dar antes de recibir.
Claro, debemos comprenderlos. Los policías, por muy policías que sean, son personas. Y como tales, es normal que se sientan indefensos ante la marabunta enemiga. Y la indefensión produce miedo. Y por ello, debemos entender que se defiendan...
Ahora que, si son personas, supongo yo que tendrán el sentido moral desarrollado como personas que son y, por tanto, más allá de la obediencia que profesionalmente deban a algún inepto superior, su sentido común debería dictarles que no se debe aporrear a ciudadanos que, en muchos casos, pasaban por allí... Pero no ha sido así. Ellos son muy profesionales y muy obedientes. Y por eso, si les mandan zurrar, zurran a conciencia, a diestro y siniestro y si es el caso, a su propia madre si se pone a tiro.
Por eso son indignos. Indignos los policías, porque del señor Moreno, jefe superior de policía de Valencia, prefiero no decir nada, que todo lo que se me viene a la cabeza podría ser utilizado por él para demandarme... o  para enviar a sus matones a rehacerme la cara...